En busca de la nación
catalana
Enric Pujol Casademont
(2015) Tres imprescindibles. F. Soldevila, J. Vicens Vives i P. Vilar Barcelona:
Publicacions de l'Abadia de Montserrat (137 págs).
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Este trabajo sobre tres
ilustres historiadores catalanes pretende un doble objetivo. Uno
historiográfico académico, aunque no directo, sino indirecto, ya que es un
estudio de un historiador sobre otros historiadores. Otro político con una
clara orientación nacionalista catalana. Los tres autores escogidos (que cubren
un siglo y pico) lo son por ser grandes historiadores pero, ante todo, por ser
catalanes y hablar de Cataluña. El ensayo es un intento de probar el carácter
nacional de Cataluña como conclusión de la obra de quienes han escrito su historia.
El trabajo historiográfico de Pujol viene recorrido por el hilo de oro político
de postular una nación catalana de pleno derecho.
En un par de ocasiones,
el autor niega que las ciencias sociales puedan alcanzar un estatus de
objetividad como el que soñaba Weber. Pero eso no implica un demérito siempre
que el científico-social (el historiador en este caso) explicite desde el
comienzo su enfoque metodológico e ideológico. En el caso del nacionalismo esto
es patente desde el origen de los tiempos. Sospecho que no debe de haber muchos
historiadores (si es que hay alguno) que haya escrito historia al margen de
todo presupuesto nacional. Pero eso no es decisivo: el elenco de grandes
historiadores en la humanidad se caracteriza por su categoría y no por su nación.
Pero la nación cuenta y ese es el acierto de Pujol, advertirlo desde el
principio.
Es más, el autor cree que
corresponde a la historiografía una misión trascendental en la configuración de
una conciencia nacional de un pueblo a base de estudiar su pasado y traerlo al
presente. Es una tarea de investigación y de creación al mismo tiempo.
Probablemente por esto toma prestado el término canon resucitado
hace relativamente poco por el crítico literario Harold Bloom en suCanon
occidental en el que figura una treintena de autores de todos los
tiempos. En su inmensa mayoría, literatos (novelistas, poetas, dramaturgos) con
algunos ensayistas como Montaigne, Johnson, Emerson, Freud. No tengo especial
afición por ninguna idea canónica en donde sea. Todo canon es un ejecicio de
autoridad, basado en una opinión subjetiva que, como admite el propio Bloom,
puede cambiar con el tiempo y, de hecho, cambia. Shakespeare ocupa la cúspide
del canon, pero en el continente europeo eso es a partir de su redescubrimiento
en el siglo XIX. No obstante, los cánones son útiles; orientan, dan garantía,
informan.
Y por esas bondades,
seguramente, se ha valido Pujol de la idea. Un canon de la historiografía
catalana. Si el ámbito cultural es angosto en comparación con el de Bloom, su
justificación de contenido es muy digna. Los tres historiadores son, además,
ensayistas y, en el fondo, teóricos políticos, aparte, por supuesto
de su condición de padres intelectuales de la patria. Vicens parece haber sido
el que más categoría literaria ha alcanzado por la brillantez de su prosa, por
más que Soldevila haya cultivado otros géneros, como la poesía. Es una
tradición en la historiografia construir sus relatos con estilo literario. En
el caso de los tres del libro, esa vertiente solía tomar forma de ensayos de
divulgación con la evidente intención de llegar a un público más amplio.
El libro pasa revista
pormenorizada a los tres historiadores, centrándose en análisis de sus obras
principales así como su impacto y sus circunstancias biográficas. Es decir es
un libro de historia de la historia y de biografías. Ferran Soldevila, de quien
Pujol es biógrafo destacado, aparece como el clásico canónico. Un precursor. Su
obra principal, La Historia de Cataluña es una pieza
emblemática que guarda distancia y relación con la Historia Nacional de
Cataluña de Rovira i Virgili, pero se plantea ya en otro terreno
metodológico moderno. Y también político por cuanto se concibe como un
proyecto "normalizador" consistente en hacer del catalán un
"pueblo normal". La primera edición es de 1934-35 y la segunda, de
1962-63, en pleno franquismo. Otra obra publicada en 1960, la Historia
de España, permite al autor hacer oportunas observaciones acerca del
ánimo con que se recibían estas y otras posteriores obras de historiadores
catalanes en Cataluña y en España.
La orientación política
de Soldevila -izquierda nacionalista- no varió a lo largo de su vida. La Historia
de Cataluña tuvo el mecenazgo de Francesc Cambó, pero eso no
condicionó la independencia del autor. Al fin y al cabo, también Cambó tenía un
proyecto para España y Cataluña, aunque luego lo abandonara. Soldevila se
exilió al final de la guerra, pero regresó en los años cuarenta, integrándose
en los círculos de la oposición catalanista. El autor analiza sus relaciones
con sus contemporáneos, de las que las más interesantes son las de su seguidor
y contradictor Jaume Vicens Vives.
Vicens Vives, el clásico
"anticanónico". Tiene un papel de pionero. La obra del Vicens maduro
se gesta después de la guerra civil y consistió en dar mayor peso a la historia
socioeconomica. Su libro sobre la Cataluña del siglo XIX, Industrials i
polítics (1958) se considera fundamental en la historiografía
catalana. Sufrió una leve depuración administrativa después de la guerra para
congraciarse con el régimen de Franco y consiguió la cátedra universitaria. Su Aproximación
a la historia de España (1952) causó un fuerte impacto en la
historiografía española. Apareció dos años antes que la Notìcia de
Catalunya que, según Joan Fuster tenía más color local y era más
entrañable. Durante aquellos años, en la oposición democrática había una
orientación claramente soberanista que Vicens no aceptaba y sus maniobras para
estar a bien con los franquistas no gustaban nada. Ni a Soldevila. Para la
historiografía catalana, Vicens solía aparecer como defensor de la vía
autonomista, ya superada. Hasta Jordi Pujol, reconociéndose seguidor suyo, dice
que no hay encaje de Cataluña en España.
Sin embargo, su obra
abierta y crítica con el franquismo consagró su método, aunque no fuera muy
conocida por el gran público. Su prematura muerte (1960) imposibilita saber en
qué dirección evolucionaría. Rechaza el marxismo, y estuvo influido por la
escuela de los Annales que, siendo investigación socioeconómica, tampoco se
atiene a preceptos marxistas. Notícia de Catalunya contiene su
proyecto político, consistente en la modernización de España, un poco a lo
Cambó. Recomienda domeñar el Minotauro, que es el Poder, que otros pueblos han
sabido dominar pero Cataluña no. La iconografía del Minotauro remite siempre a
la sospecha de quién sea el subconsciente Teseo que libere a Atenas del doloroso
tributo. En la segunda edición del libro, 1960, se hace más explícita su
posición: critica en la historiografía anterior su carácter romántico y
propugna infiltrarse en el Estado español para modernizarlo. Para lo cual le
interesaba llevarse bien con la gente del Opus. Con todo y, a pesar del
reconocimiento institucional que tiene en España, la obra de Vicens es poco
conocida y poco apreciada su visión plurinacional de la realidad hispánica por
el elemento del doble impacto de estas obras en el ámbito catalán y en el
español.
El último historiador,
Pierre Vilar es muy significativo. Su aportación aquí es catalana porque,
siendo occitano y nacido muy cerca de la frontera de los Pirineos orientales,
es un francés catalán. El propio Pujol titula el capítulo Pierre Vilar
o la aportación foránea. Pero, en el fondo, no es foránea y desde luego,
resulta inestimable para la historiografía catalana en los tiempos más duros
del franquismo. Su revolución metodológica fue un marxismo peculiar que él
llamaba "historia total". Vio siempre su misión como "parlar de
Catalunya als catalans" y prefirió el nombre de "espai català"
en lugar de "països catalans". Su obra magna es La Catalogne
dans l'Espagne moderne. Recherches sur les fondements économiques des
structures nationales (1962), Catalunya dins la Espanya
moderna, en catalán en 1964. Hubo una recepción catalana y otra
española, como siempre. La historiografía española, como la francesa,
reconociendo su mérito, lo reducían a la dimensión de un historiador regional.
Vilar postulaba la
condición nacional de Cataluña, a pesar de la pérdida de su Estado en 1714. Una
nación lo es, aunque no tenga Estado. Tuvo una polémica sobre esto con Eric
Hobsbawn con su concepto de Estado nación. Hobsbawn acusa a Vilar de haberse inventado
una nación. En su respuesta en 1988, el occitano distingue entre "patria
imaginada" e "imaginario de la patria. No sé si conocía la obra de
Benedict Anderson sobre las Comunidades imaginadas, que es de
1983. Pero no hay colisión. Para Vilar, por el imaginario, Cataluña se
convierte en nación y España pasa a ser el Estado. Esa distinción histórica,
objetiva, canónica, sostenida en una obra voluminosa y clásica ha encarnado en
la conciencia catalana contemporánea. Y constituye una base sólida del independentismo
catalán.
El mérito del libro de
Pujol es probar que ese independentismo no es flor de un día, ni un tumulto
populista que quiera poner caprichoso fin a una historia común (ya que tiene su
propia historia), ni el aprovechamiento oportunista de una contingencia de
crisis europea y española. Hace ya muchos años que ese independentismo apunta a
la gestación de un Estado.